REVIEW: A SILENT VOICE - NAOKO YAMADA
El pasado 1 de noviembre tuvimos el placer de asistir en el XXIII Salón de Manga de Barcelona a la premiere de "A Silent Voice", la nueva película dirigida por Naoko Yamada para el estudio KYOTO ANIMATION, tras su presentación en el Festival Internacional de Cine Fantástico de Sitges. El 16 de marzo SELECTA VISIÓN la proyectó en cines y también asistimos a su estreno.
La cinta ha sido nominada dos años consecutivos a mejor película de animación en los Premios de la Academia Japonesa, así como a mejor película y mejor guión en los Tokyo Anime Award 2017 y precandidata a los Oscars 2018. Además, fue la película de animación más taquillera de Japón en 2016.
Yamada adapta el manga de Yoshitoki Ôima, licenciado en España por MILKY WAY, que nos pone en la piel de Shôko Nishimiya, una estudiante de primaria que es sorda y que al cambiarse de colegio comienza a sentir el bullying de sus nuevos compañeros. Uno de los principales responsables es Ishida Shôya, quien termina por forzar que Nishimiya se cambie de escuela, lo que provoca que sus propios compañeros se vuelvan en su contra y lo aíslen, convirtiéndose así en la víctima de los mismos tormentos a los que sometía a Shôko. Años después, Ishida, abrumado por los remordimientos, busca la redención de sus malas acciones.
El verdadero valor de la película radica en el mensaje y trasfondo emocional que emana de su discurso: el acoso escolar como eje principal del relato, donde cada uno de los personajes está inmerso directa o indirectamente. Ishida es el elemento catalizador del bulling, aunque el resto de personajes, ya sea por venganza, envidia, hipocresía o cobardía, son igual de responsables; al igual que la actual sociedad que mira a otro lado respecto a los problemas y desgracias ajenas. De este axioma narrativo deriva parte de la temática: discapacidad, odio, culpa, ostracismo, engaño, traición, depresión y suicidio. Tras este desolador panorama, emerge la más bella luminosidad del alma humana. El perdón y la redención son vitales en el desarrollo y evolución de las personas. El retrato sereno y nada superficial de la auténtica amistad, en la que como dice Nagatsuka, la amistad va más allá de la razón y la lógica, sumado a la eterna búsqueda de aceptación personal y la de nuestros congéneres, así como su posterior inclusión como parte de la sociedad. En esencia, todos tenemos una voz silenciosa dentro de nuestro ser.
Pese al complejo y trascendental trasfondo emocional y temático, Yamada, junto a su habitual colaboradora, la guionista Reiko Yoshida, es incapaz de tejer un estructura narrativa clara y lógica. Debido a la imposibilidad de adaptar los siete volúmenes del manga de Ôima en apenas dos horas de metraje, la cineasta japonesa intenta ser lo más fiel posible a la historia, pero lo único que consigue es crear un recopilatorio vacuo formado por la sucesión arbitraria de las escenas más memorables y dramáticas de la historia original sin un hilo conductor diáfano que dé sentido a la narración. Es necesario conocer previamente el manga porque hay momentos clave que no se entienden sin el contexto del relato. Este problema se ve reflejado en el superficial y nimio desarrollo de los personajes, sobre todo, los secundarios, que son planos e insustanciales, además de carecer de cualquier tipo de motivación. A todo ésto, se le suma el exceso de melodrama y ciertas elipsis sangrantes, vitales para entender la catarsis emocional y su excesiva duración.
La mayor virtud del film es la excepcional y deslumbrante animación realizada por el equipo de Futoshi Nishiya ("Free!", "Nichijô") para KYOTO ANIMATION, cargado de un preciosista lenguaje visual, rico en matices y detalles a través del brillante e inteligente uso del CGI. Escenarios naturalistas y repletos de luminosidad y vitalidad, gracias al uso de diferentes tonalidades de luz y color, sumado al pulcro y definido diseño de personajes. Otro aspecto fundamental es la bella banda sonora de Kensuke Ushio, habitual colaborador de Masaaki Yuasa en "Devilman: Crybaby" y "Ping Pong the Animation". Mediante el equilibro entre la delicadas y sutiles notas de piano, el ligero acompañamiento orquestal y la genuina y minimalista experimentación electrónica, es capaz de que logremos empatizar con la historia y dar vida a la voz más profunda de nuestro corazón.
En definitiva, "A Silent Voice", al igual que le ocurría a "Your Name" de Makoto Shinkai, se apoya casi por completo en el maravilloso apartado artístico, pero se pierde por completo a la hora de trasladar la narración. Un valiente y necesario intento de mostrar temas tan complejos que afectan profundamente a la sociedad, y en especial a la juventud, como es el acoso escolar, la discapacidad, la amistad, el suicidio o la aceptación personal.
El verdadero valor de la película radica en el mensaje y trasfondo emocional que emana de su discurso: el acoso escolar como eje principal del relato, donde cada uno de los personajes está inmerso directa o indirectamente. Ishida es el elemento catalizador del bulling, aunque el resto de personajes, ya sea por venganza, envidia, hipocresía o cobardía, son igual de responsables; al igual que la actual sociedad que mira a otro lado respecto a los problemas y desgracias ajenas. De este axioma narrativo deriva parte de la temática: discapacidad, odio, culpa, ostracismo, engaño, traición, depresión y suicidio. Tras este desolador panorama, emerge la más bella luminosidad del alma humana. El perdón y la redención son vitales en el desarrollo y evolución de las personas. El retrato sereno y nada superficial de la auténtica amistad, en la que como dice Nagatsuka, la amistad va más allá de la razón y la lógica, sumado a la eterna búsqueda de aceptación personal y la de nuestros congéneres, así como su posterior inclusión como parte de la sociedad. En esencia, todos tenemos una voz silenciosa dentro de nuestro ser.
Pese al complejo y trascendental trasfondo emocional y temático, Yamada, junto a su habitual colaboradora, la guionista Reiko Yoshida, es incapaz de tejer un estructura narrativa clara y lógica. Debido a la imposibilidad de adaptar los siete volúmenes del manga de Ôima en apenas dos horas de metraje, la cineasta japonesa intenta ser lo más fiel posible a la historia, pero lo único que consigue es crear un recopilatorio vacuo formado por la sucesión arbitraria de las escenas más memorables y dramáticas de la historia original sin un hilo conductor diáfano que dé sentido a la narración. Es necesario conocer previamente el manga porque hay momentos clave que no se entienden sin el contexto del relato. Este problema se ve reflejado en el superficial y nimio desarrollo de los personajes, sobre todo, los secundarios, que son planos e insustanciales, además de carecer de cualquier tipo de motivación. A todo ésto, se le suma el exceso de melodrama y ciertas elipsis sangrantes, vitales para entender la catarsis emocional y su excesiva duración.
La mayor virtud del film es la excepcional y deslumbrante animación realizada por el equipo de Futoshi Nishiya ("Free!", "Nichijô") para KYOTO ANIMATION, cargado de un preciosista lenguaje visual, rico en matices y detalles a través del brillante e inteligente uso del CGI. Escenarios naturalistas y repletos de luminosidad y vitalidad, gracias al uso de diferentes tonalidades de luz y color, sumado al pulcro y definido diseño de personajes. Otro aspecto fundamental es la bella banda sonora de Kensuke Ushio, habitual colaborador de Masaaki Yuasa en "Devilman: Crybaby" y "Ping Pong the Animation". Mediante el equilibro entre la delicadas y sutiles notas de piano, el ligero acompañamiento orquestal y la genuina y minimalista experimentación electrónica, es capaz de que logremos empatizar con la historia y dar vida a la voz más profunda de nuestro corazón.
En definitiva, "A Silent Voice", al igual que le ocurría a "Your Name" de Makoto Shinkai, se apoya casi por completo en el maravilloso apartado artístico, pero se pierde por completo a la hora de trasladar la narración. Un valiente y necesario intento de mostrar temas tan complejos que afectan profundamente a la sociedad, y en especial a la juventud, como es el acoso escolar, la discapacidad, la amistad, el suicidio o la aceptación personal.
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